domingo, 30 de septiembre de 2018

Música cálida de otoño

Una figura de piedra clama mi nombre
pero quiero que seas tú, musa llameante,
la que eclipse victoriosa a ese hombre,
con tus olas infalibles y tus destellos de ante;
que lo deshaucies con tus susurros de cereza
de nuestro hogar de palomas negras y alas brillantes.
Atiende a las mareas que a tu son rezan
y erosionan con tu nombre las arenas galantes
bajo un techo punteado de luceros que me besan
al calor de tus cabellos y tu rostro imperante.
Hoy las hojas del parque se suicidan contra el suelo
queriendo atraer tu danza incesante...
pero tú solo codicias mi voz, mientras bailamos en duelo
bajo el embrujo de este otoño expectante.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Café con pensamientos de domingo

Esta vez sin orden ninguno, pensamientos a mano alzada en un bar cualquiera:

Café con pensamientos de domingo

Te deslizas, tan tostada y tan fuerte, entre retazos de sol que bañan tus hojas inertes, y me ardes por dentro. Hoy quiero verte, y fluir por tus venas de granito y suerte, llamarte a gritos y olvidar la muerte. Te enfrentas a mi con tu pasado de ébano infinito, tu imperturbabilidad de negro monolito, y fría, me pides la verdad. No sabes que aunque lo evito, no te la puedo ocultar ni obviar, ni cambiar ni postergar.
Y tú me la pides, tú, que flotas entre las mareas de la falacia y el ocultismo, aunque llena gracia. Tú me pides eso mismo. Lo que nunca podrás dar, para mi desgracia (y la tuya).
Por ti aguanta este muro de discrepancia, alimento de esta demencia, yesca de nuestra esencia, de dulce gresca y eléctrica presencia, de nuestros cafés de alturas, las eternas ponencias de Luna y las despedidas tímidas y abnegadas. Las más duras.


martes, 18 de septiembre de 2018

Huracán ardiente

Solo, en un mar de vibrante tempestad,
de verbos rápidos y risa corta
te veo reinar, mi mirada absorta.
Presencia de fuego y porte tenaz.
Juguemos a perdernos de verdad
en el sueño que tus caricias portan,
que dicen las olas y las alondras
que agarre, ciego, mi sino voraz.
Que nuestras armonías, suavemente
desvanezcan el camino del miedo
que adormece con hielo nuestra mente.
Que ellas, imparables como un torrente
inunden las montañas y viñedos
con un huracán de amor inclemente.