Que no se detengan tus dedos que tejen música,
Deja que baile tu arte con el aire de Castilla,
Que acaricie las casas de raíces rústicas
Y recuerde nuestro juramento de temprana maravilla.
No dejes que pare tu voz que decora el viento,
Sigue iluminando los días con tu magia delicada,
Tu cabello ardiente y tu mirada de escalofríos cientos;
Que completa este cuadro hecho, quizá, por hadas.
Hoy nos ve reír esta tierra y sus sarmientos,
Que ha aguardado bajo la luna y mil miradas
Por nosotros, sin temor, sin arrepentimientos ni lamentos;
Y esa amistad sorpresiva, inevitable y desatada.
Vamos a perdernos en este presente infinito
Y hagamos de los siete artes nuestro preciado rito.
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