Y tu mirada, que me ata imponente como un canto de sirena
aguanta tras cristales que flotan, dorados. Tú, tan fuerte,
me abrazas y mis tribulaciones desaparecen entre la arena
donde dejaré mis hu(ella)s hasta que me encuentre la muerte.
Quiero seguir hasta el final de todas las cosas a tu risa amena
que deleita, meliflua, mis sentidos y se autoproclama mi suerte;
y tu ausencia se antoja como el sendero de una des(espera)ción obscena
que atormenta desde tu beso de despedida hasta el regalo de verte.
Oso mirar al sol que, temeroso de sucumbir ante tu arte y tu sonrisa,
ilumina por fin el destino último, hasta el que va como jugando una senda
de magia, puentes de madera, carcajada grácil y primaveral b(risa).
Eres ébano, y música, y marfil, y gracia, y casi hasta (ley)enda.
Eres la alegría que llega un día, elegante, imparable, y no avisa.
Eres la belleza que quiero llevar en mi mente cada día como prenda.
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