Echaba de menos inmortalizar mis pensamientos en tinta, aunque sea digital. Sin embargo el último mes y medio he estado realmente ocupado, aunque afortunadamente.En este tiempo me avergüenza decir que no he escrito nada nuevo, pero me apenaba tener esto tan descuidado, así que allá van unas líneas que escribí un día cualquiera en un bar cualquiera:
Entre paredes de flores de aluminio,
veo mi reflejo e los mosaicos de cristal ambarino,
y recorre mi garganta y mi pecho el amargo más nimio.
Un amargo que en lo más profundo
del armazón de mi alma devuelve a la existencia
un ardor perdido, pero aún fecundo
-"Déjame respirar, permíteme amar, aparta tus
cadenas de plomo y pesar. ¡Yo no me hundo!"
Grito al edén y al hades, imploro tener
la fuerza suficiente, vomito con violencia este terror inmundo
que me atenaza el pecho y el pensamiento,
escarcha mi yo eterno y el amor que siento.
Me falta Gaia y ansío la sangrienta rima
que me impulsa, me evade y extasia,
mas desde los susurros de espino,
lucho contra mareas de dolor y negra magia.
Y no siento lo mismo, no lo siento,
¿soy acaso merecedor de este embriagador tormento?
Huellas de humo cercenan y campo de calaveras
mientras perlas ebrias mueren por descifrar
el camino bajo saetas envenenadas y certeras
en pos de una blanca cigüeña, para en su regazo descansar,
pero mis cadenas lastran mi camino
cuyas piedras de flecha...aún no sé labrar.
Curioso, que las perlas del mar, sirvan a las cigüeñas del cielo.
ResponderEliminarA veces se buscan imposibles :)
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