Y ahí estaba ella,
con la atención unificada
y su asimetría, bella.
Ciega en brisa, por ella velada
recordando la caricia de su estrella
con la piel en plata lacada
y sus palabras en silencio grosella.
Enigmática en torrente, qué sientes?
Cuando te muestras casi de casualidad
al caer el ocaso de tus ojos,
y me muestras a medias, verdad,
y me sanas con arrojo.
A quién llamas a tu presencia
a gritos sin aire?
Acógeme o dime adiós,
pero hazlo ya, que el manto
de noche arrecia, tú dividida en dos
y no puedo oír ya tu canto,
ese indeciso que tanto aprecias.